𝐏𝐎𝐄𝐓𝐀 𝐀𝐋 𝐇𝐀𝐁𝐋𝐀. Retomamos este ciclo de breves entrevistas, con Lucas Margarit, quien ha publicado en RIL editores Entre la tierra y el óxido (Ærea, 2024), una antología poética personal.
“ᴍᴇ ɢᴜꜱᴛᴀ ᴘᴇɴꜱᴀʀ ᴇɴ ʟᴏꜱ ᴛᴇxᴛᴏꜱ, ʙᴜꜱᴄᴀʀ ʀᴇʟᴀᴄɪᴏɴᴇꜱ
ɪɴᴛᴇʀᴛᴇxᴛᴜᴀʟᴇꜱ, ᴇɴᴄᴏɴᴛʀᴀʀ ᴜɴᴀ ᴄᴀᴅᴇɴᴄɪᴀ ʏ, ꜱᴏʙʀᴇ ᴛᴏᴅᴏ,
ᴄᴏʀʀᴇɢɪʀ ʏ ᴛᴀᴄʜᴀʀ.”
𝗖𝘂é𝗻𝘁𝗮𝗻𝗼𝘀 𝘂𝗻 𝗽𝗼𝗰𝗼 𝗰ó𝗺𝗼 𝘁𝗲 𝗮𝗻𝗶𝗺𝗮𝘀𝘁𝗲 𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿 𝘂𝗻𝗮 𝗮𝗻𝘁𝗼𝗹𝗼𝗴í𝗮 𝗱𝗲 𝘁𝘂 𝗼𝗯𝗿𝗮 𝗽𝗼é𝘁𝗶𝗰𝗮. ¿𝗙𝘂𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗶𝗻𝗶𝗰𝗶𝗮𝘁𝗶𝘃𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗲𝗱𝗶𝘁𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗼 𝘁𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗲𝗰í𝗮 𝗽𝗲𝗿𝘀𝗼𝗻𝗮𝗹𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗮𝗿𝗶𝗼 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿𝗹𝗮?
La idea de una antología surge cuando Eleonora Finkelstein me propuso armar un volumen para RIL de Barcelona, y desde entonces estuvimos con Paco Najarro componiendo el volumen. En ese momento, cuando surgió la idea, no tenía nada cerrado y acababa de publicar elis o teoría de la distancia (Suri Porfiado) y luego Telesio. Brevissimo tratado sobre el asombro (editado por el genial e inolvidable Christian Kupchik en su editorial Leteo). Por otro lado, vino la pandemia y se atrasó todo. Me entusiasmaba, sobre todo, poder publicar en Barcelona, por cuestiones de sangre. Había publicado en el 2017 un libro titulado Bernat Metge, que remite y está dedicado a mis lazos familiares catalanes. Creía en algún punto que dar a conocer una zona más vasta de mis poemas, en ese momento, era una oportunidad para ello. Por eso les propuse armarla con todos los libros, desde el primero. Además, me interesaba que un poeta como Jordi Valls escribiera un texto, ya que había escrito una extensa reseña sobre Bernat Metge. Igualmente, cuesta armar una antología de la propia obra, qué elegir, qué dejar afuera.
𝗘𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗿ó𝗹𝗼𝗴𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗹𝗶𝗯𝗿𝗼, 𝗝𝗼𝗿𝗱𝗶 𝗩𝗮𝗹𝗹𝘀 𝘁𝗲 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮 𝙪𝙣 𝙢𝙖𝙡𝙙𝙞𝙩𝙤 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙢𝙥𝙤𝙧á𝙣𝙚𝙤. ¿𝗕𝗮𝗷𝗼 𝗾𝘂é 𝗰𝗶𝗿𝗰𝘂𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗼 𝗲𝗻 𝗾𝘂é 𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗱𝗼 𝗲𝘀𝘁á𝘀 𝗱𝗶𝘀𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗼 𝗮 𝗮𝗰𝗲𝗽𝘁𝗮𝗿 𝘁𝗮𝗹 𝗲𝗽í𝘁𝗲𝘁𝗼?
No sé realmente si uno se puede considerar un “maldito contemporáneo”. Jordi Valls, a quien agradezco su prólogo, lo dice en un contexto determinado, donde señala el modo en que irrumpen mis poemas, alejados del marco de creación relacionado con la “experiencia” o, incluso, con lo que llamo “ego-poesía”, es decir aquellos textos que hablan de manera llana de los acontecimientos cotidianos que experimenta un individuo, por ejemplo, ir a comprar fruta. Mi poesía, soy consciente de ello, escapa de ese tipo de perspectiva tan básica. Eso se va forjando sobre todo con las primeras lecturas que se llevan a cabo o las primeras que realmente nos sorprenden, sobre todo las que uno hace cuando se es joven. Quizá lo aceptaría pensando en la búsqueda de una voz poética que no se encuentra, pero que está siempre presente, encontrar otra forma de poder decir, que implique siempre preguntas antes que respuestas…
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