Yo tenía un compañero, RIL editores, 2009.
AY recibí tu novela el miércoles, me la leí esa misma tarde con hambre, con gozo, con pena y nostalgia. Y Creas los ambientes increíblemente y me trajiste el Puerto Montt del pasado, tanto que no me lo podía sacar de la cabeza al otro día. No sólo Puerto Montt del pasado y el que no conozco del presente sino lo del archipiélago y las situaciones del golpe, las relaciones familiares, el ansia de encontrar la historia afectiva perdida, la soledad de los personajes, su ternura inacabada, la de todos nosotros.@ (Miriam Balboa Echeverría. San Marcos State University, Texas. 10/09/2009)
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AEn mi opinión lo que hace de su novela una muy buena novela es todo aquello que proviene de su propia experiencia, sus vivencias, sus sentidos, sus viajes para encontrar ese pasado que nos persigue siempre nostálgico y, en este aspecto las evocaciones del sur del primer narrador como las del narrador-padre son excelentes….El enlace con el ejército de otros tiempos al que perteneció don Lázaro está muy bien logrado y esos dos elementos son las que en mi humilde opinión sostienen y le dan calidad a su narración. Las experiencias de Alba, sean estas amorosas, personales, profesionales, políticas, etc. no alcanzan por obvias razones (ya que no es narradora) el mismo nivel, pues la conocemos solamente a través del diálogo, pero la trama así lo imponía.@ (Elba Andrade. Citadel College. South Carolina) [Oct. 11, 2009]
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Leí en el viaje tu libro. Impactante para mí tu visión valiente y crítica de la sociedad chilena, del ejército, de esa relación entre padre e hijo, hombre y mujer, bien escrito además Me interesó mucho. Yo, a pesar de tantos chilenos como hay en Costa Rica, no conozco bien esa historia que describes tan claramente. Supongo que debe de haber sido considerado controversial en Chile y entre los chilenos. Contame por favor. (María Bonilla. Directora Teatral. Universidad de Costa Rica. 14 noviembre, 2009)
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APrimero, como te lo anticipé, me ha gustado mucho la técnica narrativa en que a través de la introspección, la segunda persona, la voz autorial tradicional, documentos, etc. se van contrapunteando y entrelazando historias personales marcadas por sucesos históricos y sociales, sobre todo de la dictadura militar. Creo que has aprovechado con efectividad tu conocimiento de lugares que conoces bien, Las Vegas, Madrid, Puerto Montt que son escenarios de situaciones claves. Y. Creo que con todas las alusiones literarias que hay, el lector ideal es aquel metido en el mundo de la literatura con el que me identifico, pero que puede impresionar menos al lector común, sobre todo, a los jóvenes de hoy que saben poco o nada de literatura. La relación entre el padre e hijo, curiosamente para mí, no es la del hijo que se siente realmente triste por la enfermedad del padre, sino del investigador un tanto imperturbable, que pareciera querer resucitar al padre para llenar vacíos de la historia del hijo narrador. A lo mejor la enfermera tenía la razón al decirle A)para qué todo esto? La revelación final, para mí no lo fue tanto pues sueltas claves que hacen sospechar los secretos tanto del padre como el del hijo. De las novelas tuyas que he leído, me parece la mejor lograda. Te felicito. (Mario Rojas. Catholic University of America. Washington. E-mail- 5 enero, 2010)
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/2010/01/03/al_revista_de_libros/revista_de_libros/noticias/50778449-ce0d-4e31-8f06-b60013dfa3f2.htm
AYo tenía un compañero” es el primer verso de un himno de despedida a los camaradas muertos en batalla que cantan los soldados del ejército. Juan Villegas lo utiliza como título de su última novela para anunciar que leeremos un relato de recuperación, marcado por la nostalgia de afectos desaparecidos y por la inquietud para revivir a través de las palabras imágenes de un pasado que la memoria recuerda nebulosamente, pero que la investigación podría perfilar con mayor claridad.@
ALos aportes de la novela de Villegas son una impecable arquitectura narrativa, y el propósito dual de ingresar a la conciencia de algunos participantes de los hechos históricos de 1973 para recuperar espacios míticos asociados con la infancia y la adolescencia sureñas de donde provinieron tales personajes@
El Mercurio, Santiago, Chile. Leer aquí .
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En YO TENIA UN COMPAÑERO, AVillegas narra desde el interior el quiebre vivido en la sociedad chilena de las últimas décadas, tal como en sus otros libros que aluden al golpe de Estado, los militares, el exilio y la represión, pero esta vez centrado en el reencuentro del protagonista con su pasado, su país y su padre a través de fragmentos de cartas y fotografías@.
EL MERCURIO DE VALPARAISO, 31 de enero 2010
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Yo tenía un Compañero, de Juan Villegas nos va diciendo a cada minuto que la única forma de sobrepasar el presente es la memoria, el recuerdo que indaga sin plan conocido las identidades de cada ser, y digo identidades para nombrar las angustias de un inesperado itinerario. Juan Villegas lo plantea en este álbum literario, yendo más allá de la geografía de un Sur, quizás existente, pero que habla un idioma cada vez más olvidado. Las voces de los personajes son la evocación del Sur de Chile: lento de gestos y de amores, guardián que no quiere fallar, recorriendo una y otra vez cada ausencia apaleada antes de pronunciar palabra.
Villegas, en AYo tenía un compañero@, nos entrega la fotografía de un camino tortuoso, la pintura agreste del por qué somos, la contradictoria desaparición de nuestros anhelos. Sólo observamos en nuestros cuerpos las llagas antiguas, las cicatrices actuales que nos dislocan a lo largo de nuestra existencia.
El escritor nos entrega en su novela la interesante y conmovedora comprobación que a medida que envejecemos comenzamos a ser nuestro propio padre:ACon remordimientos tardíos hijo, respondo finalmente a una de tus preguntas.@ Chile es muy joven y necesita que alguien le cuente los horrores de su precario presente:
Con una línea continua e implacable de sentimiento y emociones, como la lluvia, el viento y las salomas que conocemos en Chiloé, Villegas va recorriendo las dolorosas heridas de un país exiliado de sí mismo a partir del sangriento golpe de estadote 1973: AYhoy es un día lluvioso, las planchas de zinc del techo suenan con el viento y los granizos y los goterones@. Goterones de sangre, parece decirnos el escritor, que cayeron desde aquel día traidor, hacia adelante humedeciendo la tierra de nuestros sentidos .
Villegas en su relato nos hace vagar entre las horas empapadas que encierran todo un doloroso destino sureño que insiste en hablarnos en un idioma que tardaremos mucho en aprender, susurrándonos que nunca olvidemos que de Norte a Sur, en nuestra existencia somos todos Sur (ACuando con el dolor de las cicatrices seguimos caminando: Yo tenía un compañero de Juan Villegas-Morales@,
Alberto Kurapel [Dramaturgo, actor, cantante, investigador] Santiago, Chile. E-mail: 20 febrero, 2010.
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“Estaba disfrutando de la lectura de tu libro. Es una lectura que de pronto te hace sentir el placer de la lectura. Te felicito. Creo que no todo escritor logra eso.
Bueno, en mi caso, )qué quieres? Me empiezas a hablar de Cochamó, lo describes y yo de pronto siento de nuevo al como si de nuevo lo estuviera viendo, pero más que eso, creo yo. Y después viene de nuevo nuestro lenguaje chilote. Y lo más importante, empiezo a visualizar a los familiares, o a imaginar si pudiera identificar a alguno que yo haya conocido. O sea, siento que estoy entre los que cuando yo era pequeño, eran mis parientes adultos. En fin, cuando termine de leer te haré un comentario más concreto. Por ahora, sólo te transmito mi reacción emocional@.
(Ricardo Figueroa. Inglaterra
e-mail: Marzo 6, 2010)
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El 17 de febrero de 2010 estuve a cargo de la presentación de la novela de Juan Villegas, Yo tenía un compañero, en la Universidad de California, Irvine, donde somos compañeros de departamento desde hace años. Estos son los puntos centrales de mis comentarios en la presentación:
Como texto narrativo, Yo tenía un compañero se inscribe dentro de una de las orientaciones centrales de la novela de la última década en el ámbito literario internacional. Superando la fijación en la efimeridad del presente que fue propia de la condición posmoderna en las postrimerías del pasado siglo XX (v. Lipovetsky y Castells), esa orientación repotencia los segmentos determinantes de la historia de una sociedad. A partir de esas nuevas premisas, el presente no puede considerarse desconectado de sus vínculos temporales y el arte debe descifrar esas conexiones revelando su significado.
En el caso de Yo tenía un compañero, el referente central es la historia de Chile a partir del golpe de estado de 1973, contextualizando ese acontecimiento en toda su intensidad dramática no sólo dentro de la Gran Historia oficial sino con relación a los personajes anónimos de la sociedad chilena actual. Lejos del hic et nunc de la estética posmoderna, la novela de Villegas nos insta a redescubrir el valor de los grandes temas ideológicos que han motivado la historia del siglo XX, que ha estado definido por la violencia, los grandes enfrentamientos y, en algunas ocasiones, también el progreso y los avances humanos. Es aparente que para Villegas el debate ideológico del siglo XX no ha concluido con el llamado fin de las ideologías sino que se prolonga hasta la actualidad.
Villegas evidencia también que la historia y su narración escrita se hacen no sólo con las acciones ejemplares de los grandes héroes sino también con la ambivalencia y la duda que acompañan a los actos no siempre confesables. Está claro que la novela abre opciones a un planteamiento ético, pero esa opción alude no tanto a posiciones morales absolutas sino a las que implican al hombre contemporáneo en la incertidumbre del compromiso y la vacilación. Por eso, el foco de la narración no se concentra en las figuras heroicas sino en seres humanos que se debaten en la duda y en la inseguridad de las emociones.
La novela crea personajes a partir de biografías plenas y se estructura en torno a una relación paterno-filial que, sin ignorar a Freud y a Edipo, los contornea y supera para abrirse últimamente a la posibilidad de una difícil síntesis reconciliatoria que se realiza a través de la letra escrita. La imbricación de relatos, el juego con un repertorio amplio de formas estéticas y narrativas y la elección de una posición arriesgada en la difícil historia del siglo XX convierten a Yo tenía un compañero en la novela más compleja y sugestiva de la obra narrativa de Juan Villegas. En otras literaturas, el turco Orhan Pamuk en Nieve o el español Javier Cercas en Soldados de Salamina serían puntos de referencia. No hay duda de que esta novela incide con fuerza en la narrativa chilena actual.
[Gonzalo Navajas. University of California, Irvine. Investigador y novelista.
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“En el Excalibur de Las Vegas
“Yo tenía un compañero” es una de esas novelas chilenas que suelen ser inscritas como la más personal de su autor. Hay un padre que es un viejo uniformado de ideas progres: un hombre con botas que ha visto o cree haber visto demasiado: incluido el golpe militar del ’73. El hijo, un exiliado, un desarraigado, un solitario, vive un romance triste por ciudades glamorosas: citas sentimentales semifurtivas entre Madrid y Las Vegas.
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Y está la ironía de los diálogos: mientras él recita ciertos versos en ciertos hoteles, ella se niega a tomar en serio la poesía, y la lírica amorosa agarra vuelo humorístico, hay un contraste ying-yang.
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Entre fragmentos de cartas y escenas perdidas, la voz del padre tiene un tono de Faulkner de “Mientras agonizo”, la distancia insalvable del que ya no está, pero aún no se ha ido. Lo potente del texto es la persistente memoria de un túnel: el tiempo y el clima del miedo, la crueldad y la dureza impresionante de Chile.
Fernando Donoso.
[La Nación, Santiago. Viernes 26 de febrero, 2010. Sección Cultura, p. 30]
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El emocionante relato de “Yo tenía un Compañero”, se lee con facilidad gracias a su lenguaje sencillo, veraz y revelador de honda humanidad, junto al claro conocimiento de Cochamó, Puelo, Puerto Montt, Santiago, y otros puntos en el extranjero donde ocurren los acontecimientos. El protagonista, un destacado profesor de literatura (como el autor), regresa una y otra vez a Chile desde Estados Unidos para intentar reconstituir su pasado, sus amores y, en especial, el recuerdo del padre, su compañero, antes del 73, durante y después del gobierno militar. La figura del progenitor enfermo impacta y emociona por la verdad y profundidad descriptiva. Ambos, padre e hijo, sacrificaron algo importante por amor al otro y ésta es quizá la parte más significativa de la búsqueda. El escritor hace uso de la técnica narrador-protagonista en segunda persona, además de la introspección, cartas y encuentros que dinamizan su apasionante desarrollo, envuelto en la belleza y bondad de su mirada con los seres que pueblan su ficción.
…. esta maravillosa novela escrita con alma y maestría, reveladora del saber y vivencias de su “aldea”, porque Villegas es oriundo de la provincia de Llanquihue, motivo de orgullo para sus habitantes
(Manuel Gallegos Abarca)
El Llanquihue, Puerto Montt, Chile. Sábado 10 de abril, 2010
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